Una vez sabemos o intuimos que tenemos una madre tóxica, hay que actuar para poder cortar ese «cordón umbilical» dañino y, por ende, tóxico. para ello, la psicóloga Irebe López Assor, señala nueve pasos.
Reconocer que tenemos una madre tóxica es lo más importante, pero a su vez esto es tremendamente doloroso.
Dice Irene López Assor que asumir que nuestra madre, quien nos ha dado la vida, quien nos ha dado la existencia, es una madre tóxica, es el primer punto a tratar aunque pasar por él no sea un trance muy agradable. «Reconociendo los patrones añejos es la única forma que tenemos para poder cambiarlos, ser conscientes y poner herramientas eficaces».
Una vez reconocido que nuestra madre es tóxica hay que entender por qué nuestra madre es así... «La importancia de por qué nuestra madre no es como la tenemos en nuestra cabeza va a aliviar ese dolor emocional y vamos a entender que no depende de nosotros sino de su historia personal, de la cual nosotros no somos los culpables y esto es algo ya de por sí liberador», comenta la experta en psicología.
Retomando con el final del punto anterior, la vida de vuestra madre y sus emociones no depende de nosotros y al no depender podemos empezar a ser adultos libres. ¿Qué significa ser adultos libres? Es empezar a tomar nuestras propias decisiones sin pensar en lo que ella va a decir... «Somos adultos que han de empezar a decir no, a tomar sus decisiones, arriesgar y a saber que no todo lo que decía nuestra madre es cierto. Debemos de crear pensamiento crítico y defender nuestros derechos como persona», expone la experta.
Para Irene López Assor es importante empezar a cortar el cordón umbilical de una forma inteligente. Por ejemplo, «dando largas». «Si vives con tu madre, intenta identificar los patrones que te está inculcando y entender porqué ella es así», dice.
«Ella tiene un patrón adquirido, por lo tanto, los que hemos de cambiar somos nosotros. Los cambios suelen venir cuando aplicamos la técnica de modificación de conducta por el principio de extinción: conducta no atendida, conducta que se extingue. Este tipo de metodología se aplica a los niños pequeños y va bastante bien para las madres tóxicas», indica.
Si lo extrapolamos al adulto, tendríamos el siguiente ejemplo:«si yo veo que mi madre me está llamando 250 veces al móvil, no la voy a coger la llamada. Le voy a poner los limites y seré yo quien llame», comenta. Es decir, el control lo tomamos nosotros. De nada va a servir que siempre estemos cogiendo el móvil porque lo que estamos haciendo es reforzar su comportamiento posesivo y el control emocional.
Este es un punto importante para la psicóloga porque nos recuerda una de las características de las madres tóxicas: siempre están en el victimismo y en el narcisismo: «Este patrón lo vamos a adquirir casi sin darnos cuenta y, al analizar su patrón, nos podemos desenganchar de él», explica la experta.
En esta línea recordamos cosas buenas de nuestra madre: «Cuando hay madres muy complicadas seguramente hay muy poquitos recuerdos, pero esos son suficientes para tener paz en nuestro interior, por ejemplo: si nos hacía el bocadillo de chocolate para ir al colegio, si en algún momento nos daba algún regalo...», manifiesta. La experta nos invita a intentar buscar en la memoria, buscar fotos de cuando eras niño y habrá algo que podamos enganchar a ello, simplemente para tener un recuerdo bonito en nuestro corazón y poder generar una imagen sanadora dentro de nosotros.
Hacer cosas que nos apetezcan, esa es la única manera de tomar la libertad que nos corresponde: «Cosas que pueden ser tan simples como pasear, tomarnos unas chuches para recuperar o calmar a nuestro niño interior, endulzar nuestro interior, es decir, si hemos tenido una infancia amarga, muy estricta y muy sola, vamos a darnos algo de dulce al recuerdo amargo».
Hemos de centrarnos en aquello que podamos controlar. El problema es que una madre tóxica quiere ejercer el control de nuestra vida, así que poner el foco en aquello que sí que podemos controlar, que está bajo nuestro control y permite la flexibilidad en nuestra vida es lo que debemos hacer. «Hay que procurar no ser tan estricto como ha sido nuestra madre porque entonces, de nuevo, estamos repitiendo el patrón. Hay que intentar ser mucho más laxo, dejarnos llevar por la sorpresa y si nos equivocamos no pasa nada, la vida está para equivocarse», concluye Irene López Assor.